Vamos a tomar tres pasajes de las Escrituras que directamente tratan con la tentación, esto es, incluyendo a la sensualidad; estos pasajes son Mateo 4: 1-11; 1 Corintios 10: 13; y Santiago 1: 13-16. Cada uno enfatiza una verdad importante que nos ayuda a contrarrestar nuestra tendencia natural a ceder a la tentación. Recuerda que todos los seres humanos sin excepción tenemos una predisposición al mal, la Biblia lo llama pecado y nos habla sin tapujos de su realidad y las consecuencias fatales que seguir su senda ancha y popular trae para nuestra vida. Ceder a la tentación es una verdadera caja de Pandora, tal cual se presenta en la mitología griega, pues no sabemos lo que nos sobrevendrá ni tenemos el control de los mismos.
La persistencia de la tentación (Mateo 4: 1-11)
Esta es la conocida historia de la ocasión en que Satanás
tentó a Jesús. Satanás lanzó un ataque completo desde todos los frentes contra
el Hijo de Dios, pero Jesús nunca cedió. ¡¿Cómo lo hizo?! ¿Por qué pudo resistir
y hacer frente al tentador? ¿Qué fue lo que le dio la fuerza interior para no
ceder? Si lees con cuidado los once versículos que buscamos comprender en toda
su trascendencia y lo haces despacio en voz alta oirás con tu propia voz la
siguiente frase tres veces:
… Escrito está… (v. 4)
… Escrito está… (v. 7)
… Escrito está… (. 10)
Después de cada una de estas frases, Jesús hizo referencia a
tres pasajes del Antiguo Testamento: Deuteronomio 8: 3; Deuteronomio 6: 16 y
Deuteronomio 6: 13. Cuando el Señor Jesús fue tentado, utilizó la Palabra de
Dios para dar respuesta a cada argumento de la tentación utilizado por Satanás
y el detalle resaltante es que mencionó de memoria cada pasaje tomado de las
Escrituras para hacer frente la tentación.
Con relación a esta situación podemos encontrar en las
Escrituras que la única arma ofensiva de la armadura del soldado de Dios descrita
en Efesios 6: 10-17 es “la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”. El
idioma en el que se escribió el Nuevo Testamento es el griego y el término que
se usa para “palabra” en su sentido esencial significa “dicho” y este término
hace referencia directa a algo que ya se ha hablado antes.
Vamos a tomarlo literalmente. Cristo lo hizo así. Él siempre
habló las palabras de las Escrituras. Jesús siempre desenvainó la espada del
Espíritu Santo en la cara del tentador. Dios honró la verdad, la que sólo sale
de su boca. Leemos en Mateo 4: 11 (inmediatamente después de la tercera vez que
Jesús citó las Escrituras), entonces el diablo lo dejó.
Si tú quieres mantenerte fuerte en contra del poderoso
magnetismo de los deseos desordenados, conoce la Palabra de Dios y cítala en
voz alta. Lee lo que el salmista nos dice:
“¿Con qué limpiará el
joven su camino?
Con guardar tu
palabra.
Con todo mi corazón
te eh buscado;
No me dejes desviarme
de tus mandamientos.
En mi corazón he
guardado tus dichos,
Para no pecar contra
ti.
(Salmo 119: 9-11)
Un corazón puro “guarda” la palabra. Por esta razón en otro
pasaje de la Biblia se nos advierte lo siguiente: “Sobre toda cosa guardada,
guarda tu corazón; porque de él mana la vida” –Proverbios 4. 23-. No es una
cuestión al azar lo que pasa en nuestro interior, tiene mucho que ver con qué
alimentas tu mente, tus sentimientos y tus pensamientos.
La próxima entrega analizaremos otro pasaje relacionado a la
tentación de los deseos desordenados.