Cuidando el físico... diviértanse

La hora en Lima

domingo, 22 de agosto de 2010

¿QUÉ ES EXACTAMENTE LA PUREZA?


MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!!

La fe cristiana se relaciona directamente con la pureza. Este es el pensamiento que va por ahí en quienes ven desde afuera la praxis de la fe cristiana. Pero hoy en día parecer ser que vamos a la deriva en ese aspecto. ¿Tiene todavía la pureza en el cristianismo a su defensor incansable?
La realidad es que no hay defensor de la pureza como lo es el cristianismo. Porque nada es comparable al poder de Cristo cuando se trata de limpiar vidas: su fuerza liberadora rompe el yugo de la esclavitud del pecado; su muerte y resurrección han venido en nuestro auxilio, ofreciéndonos dignidad en lugar de miseria moral, esperanza en lugar de desesperanza degeneradora.
No creo que el cristianismo haya perdido influencia; sino más bien los cristianos han optado por un nivel más bajo de estándar de vida cuando tienen que optar entre vivir la pureza moral o contemporizar su fe a la vida de nuestros tiempos.
El dilema o batalla de las opciones no es nuevo aparecen en las Escrituras desde hace ya 2000 años. Romanos 6: 6, 12, 13; Gálatas 5: 17.
LA EROSIÓN MORAL: HECHO INELUDIBLE
Podemos mirar a nuestro alrededor por dondequiera y notarás que no hay límite a la conducta, lenguaje y pensamiento del ser humano. Tomemos como referencia la televisión, a las horas de mayor audiencia hay escenas íntimas de dormitorio, explosiones verbales de obscenidad y todo un menú de referencias respecto al coito, a la homosexualidad, a la desnudez y a las diferentes partes de la anatomía humana. ¿Cuál será el límite?
No es que antes no hubiera inmoralidad, pero la inmoralidad actual tiene un descaro, una insolencia desvergonzada y sin inhibiciones que nadie puede negar, y todo eso asalta nuestros sentidos con regularidad tan implacable que necesitamos el poder de Dios para andar en pureza
LA PUREZA MORAL: UNA META ALCANZABLE
1 Tesalonicenses 4: 1-5. Pablo como un buen pastor preocupado por su rebaño no sólo hace un llamado a la pureza sino que les exhorta a la “abunda más y más” en esto y les ordena “se aparten” de los fornicarios.
Para que los cristianos sigan desempeñando el papel de defensores de la pureza deben ser irreprensibles. Las palabras de Pablo valen para hoy como para el primer siglo.
Para Pablo la pureza o santidad cristiana implica abstenerse totalmente de porneias (inmoralidad sexual y/o fornicación). Es decir, todo tipo de pecados sexuales entre hombre y mujer o del mismo sexo.
TOMAR EL CONTROL DEL CUERPO
No podemos hablar de pureza sin antes abordar algunos hechos prácticos relacionados con el cuerpo. Por ejemplo: los deseos o apetitos que nuestra carne o sentidos desean satisfacer. Mucho se habla de las emociones, del ser interior, de la dimensión espiritual pero muy poco se habla del cuerpo físico dentro del cristianismo pero veamos que dice la Escritura al respecto.
• Romanos 12: 1
• Romanos 6: 12, 13
• 1 Corintios 6: 15
• 1 Corintios 6: 19
• 1 Corintios 6: 20
• 1 Tesalonicenses 4: 3
Según la Escritura nuestro cuerpo puede hacernos fácilmente salirnos del camino. Eso no quiere decir que nuestro cuerpo es malo en sí mismo; sino que pose cierto número de apetitos listos para responder a ciertos estímulos que nos rodean, todos terriblemente atrayentes pero que satisfacen sólo de manera temporal.
Vive de manera práctica no dando lugar a los momentos donde la carne se alimenta tomando el control y llevando nuestro cuerpo por caminos impensados. En tal contexto hablar de pureza consigue gran audiencia.
1 Tesalonicenses 4: 7, 8; 5: 21, 22; Tito 2: 11-14; 1 Pedro 2: 11, 12
Dios quiere que nosotros su pueblo nos afirmemos en la pureza y su Espíritu Santo se encuentra listo para asistirnos.
1 Corintios 12: 14-27 Les invito a leer este pasaje como descripción gráfica de la preocupación de unos por otros. No somos islas independientes y sin identidad; tampoco podemos reaccionar con indiferencia despreocupada cuando nuestros hermanos caen en inmoralidad.
Gálatas 6: 1, 2; Santiago 5:19, 20
Mateo 18: 15-17 La reprensión no es motivo de destrucción sino por el contrario de restauración.
El cristianismo y la pureza son inseparables, debemos en consecuencia cada uno de nosotros defender su causa. Formemos todos parte del mismo equipo. El vivir la pureza resulta mucho más fácil si lo hacemos juntos.

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