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jueves, 3 de abril de 2008

Jesús ¿El blanconcito?


MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!! El mundo por lo general se imagina a Jesús bajo el perfil de las películas clásicas de semana santa, donde Charlton Heston o Willem Defoe representaban el papel del Salvador. Sí, un Jesús con los cabellos y ojos castaños y muy bien parecido según el estandar actual.
De este Jesús hay muchas descripciones... caucásico, bronceado, pero definitvamente blanco. Esto no es real es un mito formado a través del tiempo.
Mucha gente se ha combinado para perpetuar esta farsa, farsa que el mismo Diablo a montado para alejar a Jesús de tu corazón.
El Ku Klux Klan predica la supremacía de los portestantes blancos sobre los negros, judíos y otros. Algunos consideran a Jesús de su parte porque era ¿blanco?
En los días del movimiento nazi de Adolf Hitler, la muerte de Jesús fue el tema ultilizado para incitar a las masas a ir en contra del pueblo judío. El "evangelio" nazi exponía la supremacía blanca germánica y por supuesto, decían que Jesús estaba de su parte. Después de todo, era blanco ¿no?
Las cruzadas, la inquisición, el despojo y asesinato de los judíos en la Rusia zarista, la importanción de esclavos al Nuevo Mundo, etc. La farsa racista de Jesús ha contribuido a muchos de los crímenes más crueles y espantosos de lesa humanidad de la historia.
Pero aún hoy en día esta farsa persiste. Mucha gente caracteriza a Jesús como el Salvador yankee o europeo. Lo pintan de tonos rosa o durazno. Le atribuyen complexión, clase y costumbres de la imaginación euroamericana. Pero Jesús no era blanco y no pertenecía a una clase social media.
Lo más probable es que Jesús fuera de piel mucho más oscura que la de un euroamericano promedio. Nació como judío, vivió como judío y permaneció como judío durante toda su vida. Su herencia morena de Oriente Medio era más que evidente y probablemente acentuada cuando se paró al lado de Poncio Pilato, un romano de piel clara.
Pero Jesús entró al estado de la humanidad en un lugar y tiempo específicos y con características raciales específicas. En un sentido mucho más amplio, Jesús trasciende las barreras de raza y color.
Él era judío. Sin embargo, habló respetuosa y libremente a la mujer samaritana. Las costumbres judías prohibían a Jesús entrar en la casa de un gentil. No obstante, cuando un centurión romano le suplico que fuera a su casa para ver a uno de sus siervos que estaba enfermo, Jesús respondió: "Yo iré y le sanaré". Cuando una mujer cananita lo siguió (los cananitas eran enemigos históricos del pueblo judío), Jesús alabó su fe y sanó a su hija.
Jesucristo también fue víctima del prejuicio racial. En su último viaje a través de Samaria, le rechazaron porque los samaritanos advertieron que era un judío que iba a la fiesta de la pascua.
La sociedad a la que Jesús vino cuando se convirtió en hombre, hacía una distinción primaria entre los hombres. Los privilegios, derechos y status de la gente se determinaba por su raza (judío o gentil), clase (esclavo o libre) y sexo (hombre o mujer). Las buenas noticias que Jesús trajo hablaban de un alejamiento radical del pasado. Pablo lo expresa adecuadamente cuando dijo: "pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3: 26-28).
Los seguidores de Jesús deben ser como Él, no en características raciales o color de piel, sino aceptando y amando a los demás no importa sexo, clase o distinciones raciales a la cual pertenezcan.
En los siguientes pasajes bíblicos se hace referencia a incidentes que tiene que ver con la condición social o de raza de la gente. En Lucas 9: 1-6 Jesús advierte a sus discípulos que posiblemente serían rechazdos por su condición de portadores del evangelio. En Juan 4: 1-26 Jesús traspasa el prejuicio racial, social y político para acercarse a una mujer samaritana y presentarle la verdad del evangelio, la revelación de Dios; centrado en el propósito de Dios actúa como mensajero de su Padre Celestial y no ve lo que los hombres ven. En Gálatas 3: 26-28, encontramos a la gran familia de Dios en Cristo Jesús, la misma que no tiene que ver la condicón racial humana sino con el vínculo perfecto que es en Cristo Jesús, Señor y Salvador. Ya no hay diferencias sino unidad por medio de Aquel que murió en la cruz. Esto es posible para todo aquel que acepte la obra de Cristo y el perdón de pecados que nos otorga por su muerte. En Mateo 8: 5-13 Jesús se relaciona con un centurión (Oficial del ejército romano), por tanto, gentil, segredado y odiado por los judíos. Pero Jesús no sólo entabla diálogo con él sino que se dispone a ir a su casa y ayudar en la salud de su criado. Para Jesús no hay barrera que valga para impedir que el evangelio llegue a quien lo necesite. Finalmente, en Mateo 15: 21-28 Jesús tiene contacto con una mujer cananea (raza enemiga y degradada por los judíos) y le extiende misericordia y sana a su hija por la fe que al igual que el centurión tuvo para acercase a Jesús y someterse a su señorío. A Jesús no le importó el prejuicio de su sociedad sino que vio en cada persona una necesidad de encontrar salvación y sentido a su vida y extendio su persona a ellos y les reveló la verdad de Dios.
Jesús te llama quien quiera que seas y te invita a tener una relación íntima y personal con Él, sin importar quien eres, o cómo te consideras pues quiere dar siginificado y sentido a tu vida. Acepta su invitación y verás que tu vida cambiara radicalmente.

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