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La hora en Lima

martes, 7 de julio de 2009

CUANDO LAS RELACIONES SE COMPLICAN

MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!!
Es fundamental para que una relación de enamorados tenga esperanza y haya sentido en el estar juntos, el vivir el arrepentimiento personal. Ésto demanda tres cosas:
* Reconocer el pecado o error de conducta.
* Aceptar la corrección sobre esa conducta, palabra o sentimiento.
* Corregir la conducta, palabra o sentimiento incorrecto
Esto La Palabra de Dios lo menciona y designa como: Perdón. Esta debe ser nuestra principal atención cuando buscamos una relación de enamorados pues sino hemos solucionados las cosas de nuestro mundo interior traemos a la relación complicaciones innecesarias pero catastróficas para formar las bases de un buen matrimonio.
Jesús es perdón y la comunión con Él se centra en su perdón. Muchas veces es difícil renunciar al castigo por aquello malo que hemos hecho, y sobre todo admitir que Jesús ya cargó con tus sufrimientos y el castigo que te correspondía cayó sobre Él. Debes entender que Jesús con su muerte y resurrección dejó todo arreglado.
“No tengas miedo, porque yo te he liberado,
Te he llamado por tu nombre
Y me perteneces”.
-Isaías 43: 1b- (PDT)
“Entonces si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres”.
-Juan 8: 36- (PDT)
Esto debe hacerte reflexionar si eres alguien realmente perdonado, pues sólo si lo eres podrás ejercer el perdón hacia otros. La relación de enamorados y luego de esposos demanda al máximo ser perdonador, las relaciones humanas no son sencillas y demandan tener la capacidad de perdonar por nuestras constantes fallas. Si has recibido el perdón podrás extender el mismo a otros que incluso no lo merecen. Tal cual te sucedió con lo que hizo Cristo por ti.
Esta necesidad debe ser cubierta justamente porque el llevar adelante una relación enfrenta los siguientes desafíos que nos complican la vida si no nos encontramos centrados en Dios:
Dejar todo en las manos de Dios. Lo que hace Dios siempre es más sublime que lo que hacen los hombres. Debemos tener el coraje suficiente de hacernos pequeños ante Dios, al punto que Dios crezca en nosotros a la vista de todos.
El espíritu ambiguo. Debemos cultivar un espíritu de lucha, para ello necesitamos la libertad que el perdón nos da. Este espíritu de lucha inspira respeto y/o estima. La estima inspira amor. Cuando ponemos nuestra mano sobre la mano de Dios para dejarnos guiar, lo que necesitamos no son bienes materiales (incluido el dinero) sino fe. Esta seguridad es la que alcanza solamente el amor.
El dolor. Esta es una experiencia real en toda relación de amor. No hay amor sin dolor. Jesucristo en la cruz es la muestra viva más clara e indubitable de ese amor que experimenta dolor. Jesús murió por quienes en ese momento eran sus enemigos y en prueba de ese amor entrega su vida. Por esta razón, solo el que puede curar tiene derecho a hacer daño. Por eso es preciso amar mucho para poder intentar hacer sufrir. Sólo el amor tiene ese derecho y ese deber. Porque el amor verdadero no es sentimentalismo ni piedad, sino valentía y fortaleza.
La Palabra de Dios nos dice: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20: 14). Martín Lucero, el renombrado reformador nos dice: “¿Cuál es el sentido de estas palabras? Hemos de temer y amar a Dios para poder vivir una vida casta y honesta en nuestros pensamientos, palabras y acciones y llevar al matrimonio la estima y el afecto mutuo”.
Esto nos habla de la profunda necesidad de la estima y el respeto, los cuales tienen un sentido más profundo que el que pensamos. El respeto reconoce u encuentra lo que es digno de ser amado, donde los demás no ven nada. En esta circunstancia podemos decir que una mujer que ama, ama a su marido en los momentos de debilidad, en las caídas, en los fracasos, cuando deja caer la cabeza como las hojas secas del árbol de plátano. Tan sólo el que tiene un respeto así ama de verdad.

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