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jueves, 22 de abril de 2010

Bendito sea el Dios y Padre...


MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!!

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo," -Efesios 1: 3-

¿Por qué Dios nos bendice? Porque las Escrituras nos revelan que somos introducidos en el cielo mismo, donde en Cristo tenemos todas las cosas, Aquel que es el centro de la historia de todo cuanto existe incluida la eternidad misma. Estamos unidos a Él y la alabanza llena nuestros corazones y rebosa de nuestros labios. Esa es la expresión de la adoración y el sentido profundo de la música en la celebración cristiana.

"Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos," -1 Pedro 1: 3-.

Estas son palabras de esperanza en la tierra. Somos peregrinos con las manos vacías... Y sin embargo: "¡Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo!" ¿Cómo puedo bendecir a otros si no poseo algo? Tenemos que ver con un Dios que no engaña. Al final de la travesía de este desierto terrenal se encuentra el país de las delicias donde Jesús preparó mi lugar.

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios." -2 Corintios 1: 3, 4-

Hoy vivimos la aflicción profunda, las lágrimas y el sufrimiento. Y, no obstante, el cristiano puede decir: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo", porque Él es el Dios de toda consolación. Yo sufro, Él me consuela. Me llena de su gozo y de su paz en medio de lo que me hace llorar, no sólo para que no sea desdichado, sino también para que pueda consolar a otros. Así pordremos ser de bendición, cualesquiera sean las circunstancias que vivamos, porque hemos aprendido en Cristo, nuestro amado Salvador, a vivir en el cielo y a vivir del cielo.

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