Cuidando el físico... diviértanse

La hora en Lima

martes, 25 de noviembre de 2008

La aceptación de mi cuerpo


MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!!

Todos, sean mujeres u hombres, tienen que esforzarse para llegar a la aceptación de sí mismos. Pero al parecer este esfuerzo es más tortuoso para la mujer.

Considero para ello dos motivos: Primero, la situación de menosprecio que en nuestra sociedad tiene la mujer (sea o no conciente de ello). Segundo, la mujer está mucho más vinculada a su cuerpo que el hombre.

La constitución física de la mujer es mucho más compleja que la del hombre. En el hombre la experiencia sexual es mucho más simple, más directa. Su papel en la procreación es bien poca cosa en comparación con todo el proceso de concepción. La experiencia del ciclo menstrual, del embarazo, del parto, de la lactancia, será siempre algo desconocido para el ser masculino. En realidad en la vida diaria, el hombre no se vincula a las profundidades de la vida, como la mujer, por el fruto de su vientre. Por tanto, cuando nos referimos a la aceptación de sí misma que debe hacer la mujer, tenemos que incluir la aceptación de su vida fisiológica en una medida mucho mayor que en el hombre. Lo que la mujer tiene que aceptar es más pesado, más molesto. Y las cristianas, aun cuando se saben aceptadas por Dios, no escapan a esas dificultades.

Vivimos en un error muy antiguo que nos induce a creer que el dominio del espíritu y del alma está más cercano a Dios, es más agradable a Dios, más "cristiano", que el dominio del cuerpo. La Biblia que llama al cuerpo "santuario del Espíritu Santo", nos enseña, sin embargo, que no hay nada de eso. Cuanto más sincera sea nuestra fe tanto más capaces seremos de vivir en paz con nuestro cuerpo. Y cuanto más éxito tenga en aceptarme a mí misma en mi condición corporal, tanto mejor podré vivir en armonía y paz conmigo misma.

Esto vale también en relación con la paz con Dios. Sí, podemos decir que la relación que yo tenga con mi cuerpo repercute en mi relación con Dios. Si vivo en conflicto con mi cuerpo, vivo también en conflicto con quien me ha creado.

Es precisamente el cuerpo lo que crea las mayores dificultades para que las mujeres se acepten a sí mismas y para vivir la plenitud de ser mujeres satisfechas.

Y esto se aplica no sólo a la mujer casada, o a la que está en la flor de la juventud, sino también a la que está en la época de la menopausia o ya la ha pasado. Y también a la soltera y a la adolescente. En cada etapa de su vida, la mujer tiene que descifrar de nuevo lo que pasa en su cuerpo para lograr estar en armonía consigo misma.

Hoy conocemos muy bien que muchos conflictos que se manifiestan a nivel del espíritu pueden provocar dificultades físicas. Pero considero que en el sentido inverso, conflictos existentes en el nivel corporal pueden entorpecer y atormentar nuestra vida espiritual, también marcan el derrotero del andar diario como mujer delante de Dios.

En tal sentido es muy importante, si consideras relevante vivir cerca de Dios y en una experiencia viva con Él, tengas presente tu experiencia física, el desarrollo de tu cuerpo material. A diferencia del hombre que no conoce más que una sola experiencia, la de la unión corporal, la mujer pasa por diversas experiencias vitales que, por lo demás, tienen entre ellas relaciones muy estrechas.

En consecuencia, es mejor andar siempre de la mano del Padre, para poder enfrentar tu propio ser y aceptándote vivir plenamente o al máximo todo lo que implica ser mujer.

"Una mujer ejemplar, ¿quién la encontrará?

¡Vale mucho más que las piedras preciosas!"

-Proverbios 31: 1- (PDT)

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