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La hora en Lima

viernes, 7 de marzo de 2008

Dichosa de ser mujer

MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!!
El evangelio nos dice en la palabras del apóstol Pablo: "el que ama a su mujer, se ama a si mismo".
La experiencia de vida de una mujer casada es muy rica y será parte de la experiencia de muchas mujeres que leen estás líneas sea porque ahora lo viven o lo experimentarán en los próximos años. Es así que la mujer pasa por la relación sexual, la fecundidad, el embarazo, el parto, la lactancia, y finalmente la menopausia y la entrada en años.
Hoy en día se tiende a hablar de estas experiencias por separado, cuando corresponden a una misma y sóla persona no importa la edad que tenga.
La mujer es una y hay una interacción entre cada una de estas etapas, las mismas que tiene que atenderse para que se entrelacen y calzen correctamente los engranjes de ese instrumento delicado que es la mujer en su todo de persona y de vida.
No se puede separar a una mujer por cada etapa de su vida como si fuera una persona diferente en cada una de ellas; la persona es esencialmente indivisible, todo su andar se acumula en ella misma. Por el respeto que cada una tiene, debemos ver a la mujer con todos sus aspectos en conjunto.
En la actualidad hemos contemplado el nacimiento de dos corrientes feministas: una de ellas se esfuerza por extirpar las diferencias entre los sexos y empuja a las mujeres a hacerse semejantes a los hombres; la otra reconoce plenamente y aprecia la originalidad de ser mujer. Esa es la perspectiva que compartimos hoy.
Entonces el primer llamado a las chicas es que "Amen ser mujer", este es el primero de los patriotismos en tu vida y el que menos rechazo admite. Es también absolutamente importante que el hombre pueda decir con plena sinceridad: "Me siento feliz de ser homre" (Ojo: No es una apología al machismo), puesto que sin hombre liberado jamás existirá mujer liberada.
¿La soltería? Es importante mujer reconocer que la soltería es una etapa trascendente para descubrir la alegría de ser mujer. Pues aprenderás a amar cuando tú misma te ames por ti misma sin la presencia de un agente humano externo.
La aceptación de una misma es fundamental para cada una de las mujeres, seas soltera, casada, comprometida o simplemente enamorada. si vives en conflicto con tu cuerpo, debo decirte que vives en conflicto con Quien te ha creado. Tu visión personal tiene un sentido muy profundo para la trascendencia de tu vida, el cultivo de tu ser interior y tu espiritualidad.
Quiero expresamente incluir a todas las mujeres que existen en todas partes, y decirles que son unas bellas mujeres, aunque jamás hayan conocido la alegría del amor humano. Mi homenaje, respeto y consideración a ellas y a quienes por enfermedad o cualquier otro motivo, no han podido llegar a una gozosa expansión de su sexualidad femenina.
Una especie de fulgor emana de la mujer que no ha rehuiíodo su sexualidad, sino que la ha transformado en amor al prójimo y expande el mismo en su entorno. No es para mal interpretar dentro del contexto sexualizado de nuestros días, una mujer que expresa muy bien esto que comparto es María de Betania derramando sobre los pies de Jesús un perfume de mucho precio y enjugándole los pies con sus cabellos.
El gesto de María, vaciando el frasco de perfume costoso, podría simbolizar ese don precioso de ser mujer, el costo alto de lograr ser en plenitud; y al servirse de su cabellera, que en Israel tiene un significado sexual, para enjugar los pies de Jesús, deja claro que no tiene miedo a su feminidad.
Entiendan bien chicas, ningún hombre tendrá la talla suficiente para satisfacer enteramente las aspiraciones que residen en el corazón femenino hacia la belleza y el refugio seguro. Pero estés casada o no, creo que es posible que vivas a plenitud, aun a despepecho de tus aspiraciones insatisfechas pues eres creación única y diferente del hombre hecha por Dios mismo. Basta saber mirar correctamente a Jesús quien dijo:
"Yo he venido para que tengan vida,
y para que la tengan en abundancia"
-Juan 10: 10-
La mujer no se libera por el camino de esforzarse en ser como los hombres. La llamada a la liberación es más exigente: tiene un precio más elevado. Requiere que tú mujer te aceptes a ti misma en tu originalidad. La raíz de todas las cosas en tu vida está en que te aceptes. Es preciso que consideres seriamente quién eres. Que aceptes tus cualidades y aceptes tus limitaciones. En la medida que tu aceptación sea clara y sin reticencias suministrarás correcto fudamento a toda tu existencia. Ese es el papel que Jesús, quien te lleva a mirarte con sinceridad hacia ti misma y en la cruz recibir el perdón y la esperanza de una nueva vida.
La aceptación de si mismo debe ser tanto para la mujer como para el hombre. Este es un gran desafío pues no nace con nosotros. Tenemos que aprenderla a lo largo de la vida, en un proceso lleno de dificultades. Para lograr caer en cuenta de su dificultad, piensa por un instante en estas preguntas: ¿Me ha aceptado yo con mis cualidades? ¿con mis limitaciones? ¿he aceptado mi propia experiencia de vida? ¿he aceptado mi entorno? ¿a mis padres? ¿mi edad? ¿mi salud? ¿mi físico? ¿Afirmo permanentemente mi matrimonio? ¿a mis hijos? ¿afirmo libremente mi soltería? Y sobre todo, ¿acepto ser una mujer?
Esto es importantisimo para la vida diaria pues la mujer necesita afirmarse en si misma para irradiar correctamente lo que es. Pues sólo así el hombre aceptará su virilidad correctamente al encontrar que la mujer acepta su feminidad. Que cada ser humano viva según su sexo, es la mejor ayuda que cada uno de los sexos se pueden aportar el uno al otro. Si yo no me acepto a mi mismo, no puedo aceptar a mi compañero. Si yo no me amo, no puedo amar a otro.
Este es el mandato de Jesús cuando nos dice: "ama a tu prójimo como a ti mismo". Para Él, amarse a si mismo (en el sentido de aceptarse) es el patrón que mide nuestra actitud para con el prójimo. Pero por otra parte te das cuenta en tu vida que no puedes aceptarte a ti misma, más que cuando eres aceptada por otro. No llegaremos a amar si no nos dejamos amar.
Si nadie te ama ¿qué sucederá? ¿no queda ninguna esperanza?
Entonces, debes caer en cuenta que la cuestión se dirige fundamentalmente a nuestra fe. Pablo en carta a los Romanos dice:
"Por tanto, recibíos los unos a los otros
como también Cristo nos recibió,
para gloria de Dios"
-Romanos 15: 7-
Jesucristo te recibe, te acepta incondicionalmente, te ama sin restricciones. De Él procede el manantial que saciará toda falta de amor en tu vida. Y ese amor suyo te hará capaz de amarte, de aceptarte y por tanto de amar y aceptar a tu prójimo. Escribo este artículo para compartir contigo esta afirmación: Solamente si te sabes aceptada y amada por Cristo, podrás aceptarte a ti misma plenamente y hablar con toda sinceridad de "mi dicha der ser mujer".

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