Cuidando el físico... diviértanse

La hora en Lima

viernes, 14 de marzo de 2008

¡¡¡NO TE HAGAS BOLAS!!!

MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!!
En la vida no hay nada más difícil de soportar que el hecho de ser mal comprendido. En muchas ocasiones es absoluatmente insoportable. Cuando eres mal comprendido, te quedas sin defensa. ¿Has notado que cuando eso sucede, por más que hagas el esfuerzo de corregir el mal entendido, por lo general el asunto empeora? Sales dispuesto(a) a poner las cosas en orden y lo único que consigues es hundirte más.
Esta situación resulta paralizante pues ante el menor movimiento o palabra tu situación personal empeora.
Creo que todos hemos experimentado este horrible sentimiento. Todos hemos tenido esta clase de experiencia en algún grado.
Cuando nos detenemos a analizar el malentendido, descubrimos que el mismo envuelve dos pasos: Primero, un acto o una palabra que uno da a entender equivocadamente de manera inocente. Segundo, como resultado, se crea una ofensa.
Lo cierto es que uno no crece plenamente sin que algunas veces sea mal comprendido. En la Biblia tenemos un ejemplo de esto en 1 Samuel 18: 6-9. Un acto inocente y valiente de parte de David, fue interpretado incorrectamente de tal modo que Saúl, en lo profundo de sus ser, estaba convencido que David había salido a arrebatarle el trono.
El Salmo 140 es considerado por los estudiosos como el resultado del pasaje que hemos mencionado. Por eso encontramos una aproximación a la comprensión de la manera cómo funciona el malentendido.
Primer paso: un sentido de vulnerabilidad (vv. 1, 4). Líbrame y guárdame son palabras claves. Cuando hablo de vulnerable, es una referencia a la falta de protección. La vulnerabilidad es la primera expresión de esta desdicha. El malentendido invariablemente te tomará desprevenido, llegará inadvertidamente.
Luego se presenta el segundo paso: La exageración (v. 8). Cuando las personas comprenden mal, agregan al malentendido la exageración que se ha formado en sus mentes. Su imaginación crece salvajemente. Esto se nota con precisión en las palabra de David en el versículo 2: "Los cuales maquinan males en el corazón, cada día urden contiendas".
A medida que el tiempo pasa, el asunto va empeorando, en vez de mejorar. Eso es parte del aguijón que se sufre al ser malentendido.
El tercer paso está en el versículo 3: "Aguzaron su lengua como la serpiente; veneno de áspid hay debajo de sus labios". Las personas no sólo albergan el malentendido en sus corazones sino que lo comparten y lo dicen en alta voz. Es así de grave y expuesta es esta situación.
Ten presente que el único músculo que necesitas para quebrantar la dignidad de otros es uno que está escondido dentro de tu boca. Puedes destruir una vida con tu lengua.
Tal vez te preguntas: ¿Qué puedo hacer yo cuando suceden esta clase de cosas? "He dicho ha Jehová: Dios mío eres Tú" (Salmo 140: 6). Aquí hay algo muy importante, el hecho de decir con palabras nuestra lealtad al Dios viviente.
Salmo 140: 8-10, aquí es dramático el pedido de David invitando al Señor a acabar con sus enemigos. La realidad nos dice que quien coexiste con el malentendido y la amargura es desdichado. Estos enemigos te perseguirán sin clemencia. Pero cuando le entregas la situación a Dios y le dices: "Señor, soy indefenso. Soy mal entendido. Tengo la razón, pero nunca me lo creerían. Encárgate tú". Dios realizará las hazañas más increíbles y glorificará su nombre en tu vida. ¡¡¡Esa es su especialidad!!!
Crecemos espiritualmente a través de los malentendidos. Por medio del malentedido llegamos a ver al Señor como nuestro Defensor. Tú puedes acostarte tranquilo(a) por las noches al saber que, aunque la lengua de tu acusador puede estarse moviendo, Dios tiene a su cargo la situación.
En la universidad, ¿hay algún "amigo" que te está causando dolor? ¡Díselo a Dios! ¿En el trabajo hay algún individuo que no sabes cómo enfrentar, no importa lo que hagas? Escucha: Esta es la razón por la cual Jesús es tu Salvador y tu Libertador. Si has nacido en la familia de Dios, no te contentes con vivir como un huérfano; recurre a tu Padre celestial y descansa en su grandeza.
Cuando alguien te entienda mal, aprende a llevarle al Señor ese malentendido.
Termino con las palabra de C.S. Lewis: "Dios nos susurra en los placeres, nos habla en la conciencia, pero nos grita en nuestros dolores: es un megáfono para despertar a un mundo sordo".

No hay comentarios: