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jueves, 27 de marzo de 2008

Los solitarios tiempos de crisis


MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!! Es muy fácil no comprender las cosas que Dios tiene para nosotros, sobre todo en el largo, tedioso y doloroso proceso de ser enseñados. esto es así por cuanto no podemos imaginarnos que Dios participa en nuestro dolor, en los momentos de desilución, o en la aflicción que nos produce la pérdida de algún ser amado o de algo que estimamos mucho. Pero algunas de las más selectas enseñanzas de nuestro Padre Dios llegan a nuestra vida por la puerta de atrás. Estos inesperados reveses se abalanzan sobre nosotros, y muy a menudo no estamos preparados para recibirlos con el empaque particular con el que Dios los entrega. Por esta razón es fácil no comprenderlos. Podemos decir que las pérdidas se circunscriben a dos categorías:
* La pérdida de los seres queridos
* La pérdida de las cosas que amamos
Ten en tu mente que la Biblia es un libro de realidades. Esto es lo más atractivo de ella. No encontramos un ensalzamiento desenfrenado de los santos; dice la verdad acerca de ellos... hombres y mujeres como tú y yo, tan idénticos a cada uno que nos desafía a experimentar lo mismo que ellos y lograr esa cercanía con Dios. La Biblia los pinta como son. Cuando actúan como hombres de Dios, ella los presenta como tales. Y cuando fracasan, descubrimos eso. La Biblia no se anda con rodeos.
En tal sentido el evangelio nos presenta a un hombre Job, en el Antiguo Testamento como un ejemplo vivo de esta doble experiencia. El capítulo 1 del libro del mismo nombre nos presenta la vida dedicada y tranquila que vivía este hombre y de pronto y en un instante pérdió todo, tanto en lo emocional y en lo material, quedando devastado.
En primer lugar Job era piadoso; luego, tenía una familia grande; tercero, tenía abundantes posesiones; finalmente, tenía un prestigio bien ganado y sumamente sólido.
Quiero que entiendas, si hablamos humanamente, Job no merecía sufrir las pérdidas que experimentó. Todas las pérdidas no vienen por causa de hacer lo malo. Algunos del pueblo de Dios que sufren terribles pérdidas de personas y cosas, no lo merecen, desde el punto de vista humano. De estas personas en especial quiero hacer referencia ahora.
En Job 1: 13-19 encontramos la terrible experiencia de pérdida de este hombre. Es impresionanate la reacción que desencadenó en él estos acontecimientos. No se fue contra Dios y renegó por las desgracias. ¿Se apesadumbró? El resto del libro nos dirá que sí. ¿Fue un hombre realista? En todo el sentido de la palabra. Pero él no le echó la culpa a Dios. Su reacción nos da esperanza que esto puede lograrse.
En realidad los tiempos difíciles nos sazonan, nos tiemplan el carácter... nos maduran. Las pérdidas dan temple a nuestras vidas, que de otro modo serían frágiles.
Es llamativa la participación de los amigos de Job en medio de su experiencia de dolor. Aquí es importante rescatar que si tienes amigos que están pasando por el valle de aflicción, ellos apreciarán muchísimo el solo hecho que te preocupes por ellos. La presencia tuya, algun acto o gesto bondadoso, un abrazo cordial y cosas por el estilo les mostrará mejor tu amor. De hecho, el sólo sentarte junto a ellos y llorar a menudo ayuda muchísimo como apoyo y sostén emocional.
Dios tiene una gran meta cuando interviene en nuestra vida. Job 2: 10 nos da una descripción impresionante del verdadero Dios, el Dios de la Biblia, el Creador de todo cuanto existe. El Dios de Job, no era una bondadosa criatura que se sienta en el borde del cielo, y deja caer unos buenos regalos envueltos en lujosos adornos, y dice: "Esto te hará feliz. Esto te complacerá". Ese no es el Dios de los cielos. El soberano Dios del cielo dispone y dispensa sólo lo que le da la gloria a Él. El no sólo nos da el bien, sino también la adversidad. Nuestro gran Dios no está obligado a mantenernos cómodos. Que preciosa es esta verdad bíblica.
Oye muy bien. Nuestra principal meta en la vida no es ser felices, estar satisfechos, sino glorificar a Dios. Este es un golpe contundente y fulminante al pensamiento actual de total y plena satisfacción a cualquier precio.
En Job 5: 17-22 descubrimos que la gran meta de Dios para tí y para mí no es que estemos tranquilos o satisfechos, ni que vivamos en un maravilloso plan de constante sonrisa, felices, sin afrontar calamidades, ni males, ni dificultades. Por tal razón es malo decir a quien no es cristiano: "Confía en Dios, y tus preocupaciones se acabarán... Cree en Jesús, y nunca volverás a experimentar la derrota". Eso es injusto para quien te oye. Y peor aún ¡¡¡Es completamente antibíblico!!!
En vez de ello es más honesto decir: "Cree en Jesucristo, y entrarás en un mundo pruebas que nunca antes has conocido, nunca más estarás en soledad en medio del caos humano y será formado el carácter de Cristo en tí". Francamente el carácter de Cristo, no se puede formar sin el fuego y la pérdida. Puesto que nuestra meta es glorificar a Cristo, podemos esperar alguna pérdida". ¡¡¡Esto es lo exacto!!!
Cuando sufres y pierdes, eso no significa que estás desobedeciendo. De hecho, eso pudiera significar que estás en el centro de la voluntad de Dios. El sendero de la obediencia se caracteriza a menudo por tiempos de sufrimiento y pérdida.
Cuando hay pérdidas, los tiempos son solitarios y de crisis. Esto se plasma en las palabras escritas en Job 23: 8, 9.
Pero pensemos en la perspectiva correcta. Si eres creyente, recuerda que Dios sabe el camino. Job 23: 10-14 hace una afirmación muy difícil a los ojos humanos. Es importante obligarnos a ver las cosas desde la perspectiva de Dios. Lo que ahora se considera a menudo una pérdida conduce a una gran ganancia más tarde. Las bendiciones de Dios no se miden siempre en dólares o bienes materiales.
Cuando Dios recompensa después de la pérdida, construye los rasgos del carácter interno. Él da una profunda paz. Provee cosas que el dinero no puede tocar ni alcanzar. La seguridad reemplaza a la inseguridad. Recibimos propósito y dirección renovada para nuestras vidas. Logramos un entendimiento, un corazón compasivo, junto con una clase de sabiduría que nunca antes tuvimos.
Podemos sentirnos solos, abandonados y olvidados, pero no lo estamos. En tiempos de pérdida, nuestro Dios nos toma en sus brazos y nos sotiene cerca de Él.

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