Cuidando el físico... diviértanse

La hora en Lima

martes, 30 de junio de 2009

¿Cómo elegir?


MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!!

Una de las experiencias más enriquecedoras es la de relacionarse con el sexo opuesto de manera seria, vivir juntos como buenos amigos de manera natural, sin incomodidad, sin vergüenza por equivocaciones de hechos no pensados o impulsos del momento, sin enfrentamientos.
¿Hasta dónde está permitido llegar en una relación? Realmente es difícil dar normas. Sobre todo es cuestión de lugar y circunstancia. Tú eres quien debe juzgar. Eres tú quien debe advertir el peligro de frecuentar cierto lugar o permitirte ciertas cosas con quien amas. Eres tú quien debe decidir antes de lanzarte a una aventura de la que no sabes cómo saldrás.
Piensa de manera sencilla: “No debo ir a ningún sitio en el que tema ser visto por la persona que respeto y amo más en el mundo”.
Lo mejor para entablar relaciones es un grupo de chicos y chicas, sin “parejas” formadas. Donde se cultiva pura amistad y no hay razón o motivo oculto, tan sólo el hecho que cada uno se de a conocer tal cual es.
Que las chicas tengan recelos en las intenciones sexuales de los muchachos viene, en parte, que no comprenden otro motivo distinto para un encuentro a solas; y, por otro lado, de experiencias malas en el pasado. De ti depende actuar de otra manera. Las chicas serias desean también relaciones a nivel de amigos, eso es seguro.
Va a llegar el día que debas elegir a alguien como tu compañera formal y no podrás tomar tu decisión a la ligera, como si pudieras volverte atrás. En los planes de Dios el matrimonio es indisoluble. Digan lo que digan, hagan lo que hagan los hombres. La Palabra de Dios es clara. Tan sólo la muerte puede separar a aquellos de los que Jesús ha dicho: “Ya no son dos, sino uno. Que no separe el hombre lo que Dios unió” (Mateo 19: 6).
Para guiar tu elección, te aconsejo que seriamente enfrentes tu simple deseo que llamas amor, y te hagas las siguientes preguntas:
La de la fe, primero. Si tu no concibes una vida sin Jesús, luego tu primera pregunta ha de ser: “¿es cristiano(a) por convicción o por interés? ¿Podré orar con ella o con él? ¿Cómo podrías compartirlo todo sin tener en común lo único necesario? No intentes casarte con alguien para quien Jesucristo es indiferente o lo sigue por interés (tú). La unidad de la fe fundamenta y garantiza la unidad de tu matrimonio.
Inmediatamente después pregúntate: ¿la amas? ¿le amas? ¿Cómo lo sabes? Este es un reto muy desafiante porque simplemente responderás con las ganas, con epitelio, tan sólo por las sensaciones. Pero te planteo algunos síntomas que debes enfrentar con tu interior: Es imposible concebir una vida lejos de ella, si sufres cuando estás separado, si ella llena tus pensamientos y proyectos, tus sueños, si te importa tanto su felicidad como la tuya. ¿Cómo saber si eres correspondido? Si te escribe o manda mensajes constantemente, trata de agradarte, busca pretextos para encontrarte, si deja otras relaciones por estar contigo.
No basta que la quieras como a una hermana; si ha de ser tu mujer, es necesario que la quieras con amor. Que la veas mujer, no algo que simplemente deseas, amarla a ella, sin importar tu deseo de sexo. Amar es dar, luego dar, y seguir dando. La lujuria busca tomar, luego toma más y más sin importar que todo se agote, rompa o pierda. Pregúntate: ¿Quieres que sea la madre de tus hijos? Esto excluirá automáticamente a muchas. Del mismo modo, la chica se debe preguntar: ¿estoy dispuesta a entregarme a él? ¿Deseo ser la madre se sus hijos? Mira cómo es, los defectos, las cosas que pudieran darte vergüenza de él.
¿Podrá ser ella, por su conducta y su comportamiento, sus gustos y su carácter, su educación y el grado de instrucción, quien pueda como compañera ayudarme a responder a mi vocación, y compartir las preocupaciones y alegrías de mi trabajo? Es absolutamente necesario que los enamorados aprendan a hablar. El verdadero amor habla. No existen los amores mudos.
Todavía hay unas cuantas preguntas más que podrías hacerte: la salud, la del medio social, la de la edad.
No te debes casar por alegrar a alguien o cumplir las expectativas de tus padres. No mires nunca a la mujer o viceversa según el caso, al hombre como un medio sino como un fin, es decir: ámala(o) por lo que es y no por lo que te proporciona.
Debes estar convencido de vivir dentro del matrimonio, comprender que no es una vida lineal sino en pendiente que necesita esfuerzo, constancia y decisión de llegar a la cumbre, la meta. En ese sentido el matrimonio sigue siendo una aventura llena de incógnitas, una empresa de por sí extraordinaria, pero delicada, en la que solamente la gracia de Dios puede permitir que nos arriesguemos con confianza.
Dios debe ser tu guía más importante, tienes que dejarte llevar por Dios en la elección.
Por esta razón debes de manera personal tratar el tema del perdón con Dios. Mientras no seas una persona perdonada tu elección estará viciada., pues Dios no puede dirigirte. Al traspasar la ley de Dios nos separamos de Él. El pecado corta nuestra relación con Dios. Es preciso repara esta relación antes de poder oír la voz de Dios.
La gracia de Dios no es una gracia barata. Así que su perdón cuesta caro. Exige la confesión de tu falta y un genuino arrepentimiento de todo corazón. Esto es realmente desafiante y demanda una completa sinceridad personal.
No es cuestión de pagar una penitencia. La iglesia no tiene poder para castigar pecados sino tan sólo de disciplinar conductas. Sólo Cristo es quien castiga el pecado pues es quien tiene la autoridad para ello al sufrir nuestro castigo muriendo por nosotros en la cruz. “Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz” (Isaías 53: 5).
Dios pagó un precio muy alto para rescatarnos, entregó a su único Hijo.
Te invito a leer varias veces seguidas y muy despacio el Salmo 32. Allí se nos revela unos de los secretos de la vida cristiana: la relación entre nuestro arrepentimiento y el hecho que Dios nos dirija.

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