Cuidando el físico... diviértanse

La hora en Lima

viernes, 16 de octubre de 2009

Sexo con amor

MJ Más jóvenes... ¡¡¡Locos por Jesús!!!

“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” –Hebreos 13: 4-

¿Y acostarse con alguien por amor? ¿Si ya estamos seguros y tenemos un compromiso de por medio? Podríamos decir que mientras se trate de una chica de por ahí o de las que se consigue para simplemente compañía podremos estar de acuerdo que no tiene sentido. Pero ¿y tratándose de la novia? ¿Tratándose de la chica a quien uno ama o el chico a quien uno ama, con quien uno se identifica, a quien se le promete fidelidad para toda la vida? ¿Por qué detenerse en las caricias cuando nos podríamos decir, desde lo más profundo de nosotros mismos, que nos pertenecemos el uno al otro?
El cristiano es un hombre que sabe esperar. Esta es una frase que tiene profundas raíces en las Escrituras, en el evangelio… la Biblia. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” -2 Timoteo 1: 7-. Esperar antes de unirse totalmente, es lo sabio. Si no esperan, no ganarán nada y perderán mucho: la libertad, la alegría, la belleza.
¡¡¡Perderán la libertad!!!
Esta es la historia de una pareja que consideraban que se amaban mucho y se sentían interiormente como “marido y mujer”. Pero después de un año de relación entendieron que estaban en un error. Se dijeron claramente lo que pensaban y se separaron. Todo ocurrió en medio de un clima tranquilo, sin hacerse daño aunque seguro que con profunda tristeza. Si se hubieran “conocido” enteramente, esto no hubiera sido posible de esta manera. Si tu amor es sincero y serio no te aconsejo unirte totalmente. Mientras más profundos sean sus sentimientos, mayor será la herida que se produzca en el caso de una separación. Pero lo terrible y desgarrador resulta cuando la separación se da en un clima de unión sexual pues rompemos algo que es un misterio pues implica al alma misma.
Muchos jóvenes después de algunos años y en otros casos, meses o semanas, expresan la siguiente frase: “Sabía antes de casarme que iba a hacer una imbecilidad, pero habíamos llegado tan lejos que no tenía fuerzas para dar marcha atrás. Estoy pagando ahora el precio de mi equivocación”. Algunos no aguantan y ven en la separación la solución. Otros simplemente desaparecen sin una sola palabra. Y algunos optan por vivir el infierno y desgarrarse mutuamente con insultos, conductas dañinas e infidelidades para castigar al otro por la infelicidad.
Es precioso vivir la experiencia del amor de una manera desbordante y auténtica. Nunca desperdicies al verdadero amor cuando lo encuentres, busca un consejero maduro y con experiencia para tener una palabra que quite presión a tus ímpetus y muchas veces vehemencia. En realidad tiene que pasar tiempo para considerar que lo que viven es algo duradero. Los matrimonios sólidos son aquellos que los esposos se conocieron durante años y forjaron una relación libre sin apuros ni para salvar necesidades.
El tiempo de noviazgo es una prueba que sólo tiene validez si incluye la posibilidad de la separación. La ruptura del noviazgo sienta mal. Es penosa. Nadie la desea. Pero en comparación con el divorcio es, y por mucho, una tristeza pasajera.
Si comparamos el matrimonio con el niño que va a nacer, el noviazgo coincide con el tiempo del embarazo. La ruptura de las relaciones sería entonces –en esta comparación- el aborto natural, un signo claro que el niño no podía vivir. Desde el momento en que tienen un contacto sexual, el aborto se hace casi imposible. Hay miedo a volver atrás. La separación sería entonces un infanticidio.
Pierden, por tanto, la libertad. Y más aún: pierden el contento que se encuentra en el crecimiento, en la maduración, en la espera. Una chica hablaba así, de su vida antes de casarse: “Durante el inicio de la relación las cosas no fueron del todo mal. Luego quedé embarazada de manera inesperada ¿? Tuvimos que cambiar los planes y encontrar excusas para precipitar la boda. Comenzó mal nuestro matrimonio; había perdido la dignidad, incluso su encanto. Así no valía la pena”.
Los nacimientos prematuros son peligrosos. Ponen en riesgo la vida del niño. Es cierto que algunos sobreviven no con pocos problemas de salud a cuestas. Hay parejas que se entregaron el uno al otro antes del matrimonio y que han logrado llevar una vida conyugal equilibrada, aunque con dificultades profundas que un inicio abrupto trae para toda su vida.
Es importante que para el día de la boda haya aún cosas por descubrir.
Si no tienen paciencia en su vida sexual y quieren una alegría prematura de los esposos, arruinarán la auténtica alegría, la belleza de la aventura a la que se entregan juntos con el matrimonio.
Es cierto que el aspecto sexual en el matrimonio es importante, pero eso no implica que tengan que probarse entre ustedes algo al respecto. Un médico puede disipar cualquier duda al respecto. El entendimiento sexual no se puede verificar, en verdad, antes del matrimonio. Para este entendimiento hacen falta dos condiciones que solamente se dan dentro del matrimonio: que no exista límite en el tiempo y una total ausencia de temor.
Nadie les pide perfección para el día de la boda. Los esposos perfectos no existen. Solamente se da el crecimiento en común. A veces hacen falta años que los esposos se acomoden el uno al otro. El tiempo necesario para crecer en común sólo lo encontrarán en el matrimonio. Antes del matrimonio no se puede hacer más que una cosa: tener cuidado para no poner en práctica nada que dañe más tarde nuestro crecimiento.
El encanto y la belleza del noviazgo reside en el hecho que todavía queda un último secreto, una estancia a la que sólo es posible tener acceso cuando llegue el día de la boda. El matrimonio y la primera noche será verdaderamente un paraíso si han sabido esperar. En esa primera noche te acordarás de estas líneas y comprenderás el por qué. El matrimonio no es ninguna formalidad. Cuando hagas el juramento delante de Dios: “Nos pertenecemos el uno al otro”, la experiencia te revelará entonces su profundidad y su sentido, en el momento en que se descubran y conozcan totalmente.
No hay otra cosa que hacer frente a las parejas cristianas que dejarlas en las manos del Padre Dios. Dios les hará un hermoso regalo a quienes se dispusieron a esperar. Por eso les repito: “El cristiano es el hombre que sabe esperar”.

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